27 dic 2024

COMENTARIO | "Vivir rodeados de relaves" (por Sara Arenas)

Viernes 27 de Diciembre de 2024.-  Comúnmente decimos que Copiapó se encuentra rodeado de cerros. Pero lo que se nos olvida señalar en esta frase, es que también lo estamos de relaves, al igual que muchas de las ciudades y localidades de Atacama. Y es que minería y relaves son una dupla hasta ahora inseparable. Esta actividad económica representa el 6,9% del PIB mundial. En 2023, se generaron 7 mil millones de toneladas de relaves en todo el mundo, y para 2030 se estiman 19 mil millones de relaves sólidos. En Chile, las faenas mineras generan diariamente 1,7 millones de toneladas de relaves, que cubren extensas áreas donde se depositan. El país, como principal exportador mundial de cobre, enfrenta el desafío de manejar 757 relaves distribuidos en 68 comunas, según el estudio de Islam y Murakami (2021). De estos, 14% son depósitos activos, 62% están inactivos, 23% han sido abandonados y el 1% restante está en construcción o revisión. Estos números revelan una realidad preocupante que requiere atención urgente.

Los pasivos ambientales (PAM) son parte de la geografía chilena (Ojeda et al.,2023), producto de que no existía una reglamentación para hacerse cargo de ellos al finalizar un proceso productivo minero y solo en la última década se generaron políticas al respecto (Campos et al, 2018). Antes de eso, un sin número de relaves quedaron en una suerte de abandono por quienes los generaron, siendo los más dañinos para la población aquellos identificados como relaves secos, de los cuales las personas se ven expuestas a la polución, al deslizamiento y a la toxicidad.  Esta situación afecta los derechos a un ambiente libre de contaminación para quienes viven y trabajan en sus alrededores (INDH, 2015).  En nuestra zona, la minería de antes de 1995, carecía de un sistema de regulación ambiental, por lo que no hubo oposición ante el abandono de los residuos de la producción minera. Así, hoy tenemos cerca de poblaciones habitadas y activas -como lugares de trabajo- toneladas de relaves. Por eso nos propusimos hacer una alianza entre la carrera de Ingeniería en minas y Psicología, que nos permitiera investigar la percepción de la población respecto al riesgo que implica desarrollar sus vidas en las cercanías de tres relaves: el del Palomar llamado Porvenir, el de Juan Pablo II de nombre Olazo y el de Alameda, conocido como Hochschild aunque figura como Ojanco I y II en los registros del Sernageomin.

Este proyecto de investigación que impulsamos desde la Universidad de Atacama busca comprender la percepción de riesgo de quienes residen cerca de los relaves, así como también de quienes trabajan en su proximidad. Este enfoque se enriquece con técnicas de investigación participativa, como las cartografías y entrevistas en profundidad, revelando historias personales y cotidianas que reflejan la verdadera magnitud del impacto de los relaves. Desde la psicología ambiental se estudia la relación de la persona con el entorno, y los significados atribuidos a estos (Roth, 2000). En diferentes investigaciones realizadas en Atacama se observa que la identidad minera es un mediador del daño ambiental, ya que desde ese constructo se naturaliza la contaminación del territorio producto de las condiciones productivas de lo mismo (Arenas 2023, León, 2021). Por otra parte, la generación de evidencia sobre la vinculación socio espacial que poseen las personas en territorios tensionados medioambientalmente es clave para el desarrollo de comportamientos de autocuidado (Berroeta y Pinto de Carvalho, 2020), y permite la sensibilización pública sobre los peligros actuales y potenciales.

Los relaves representan desde siempre un riesgo latente para la población, debido a que pueden sufrir desmoronamientos por riesgos geológicos, como sismos y aluviones, lo cual traería como consecuencia el desplazamiento de su material, pudiendo comprometer flora, fauna, infraestructura y personas. Además, producen contaminación debido a factores eólicos o infiltración de metales por percolación en napas de agua subterránea o afluentes de agua.  El testimonio de un vecino afectado por el polvo del relave en su invernadero y de una artista preocupada por la contaminación de la arcilla local, son ejemplos poderosos de como estos residuos mineros influyen en la vida diaria de las personas.

Hemos estado con la comunidad de El Palomar, Juan Pablo II y el sector Alameda con esta investigación. Si bien nos encontramos en una etapa inicial del estudio, ya sabemos que  quienes más  experimentan afectación en el día a día son los vecinos y vecinas de El Palomar, desde que los niños y niñas juegan sobre relaves hasta que la ropa, sábanas y plantas se ven perjudicados por el relave en suspensión, especialmente cuando se produce viento con mayor velocidad. 

Los estudiantes de ingeniería en minas han aportado en los encuentros, guiando la conversación sobre los relaves, su composición, la cantidad de kilómetros sobre lo que impactan, qué hacer ante emergencias como terremotos o aluviones. Un diálogo que la gente agradece.  

Es esencial que este tipo de investigaciones se realicen y se divulguen ampliamente para educar a la comunidad y sensibilizar a las autoridades sobre los riesgos. La información es poder, y solo a través de una comprensión profunda y compartida de los efectos sobre la población podremos avanzar hacia una minería más responsable y una gestión de relaves que priorice la seguridad y el bienestar de todos. 

En resumen, la percepción sobre el riesgo de los relaves es un tema de vital importancia que debe ser abordado con rigor científico y una visión interdisciplinaria. Desde la Universidad de Atacama estamos aportando con este estudio, de manera de contar con información confiable respecto a lo que la población afectada siente y piensa al respecto, una voz que hasta ahora ha estado callada sin participar de un debate importante respecto a qué hacemos para mitigar los riesgos y proteger a las generaciones actuales y futuras de sus efectos.




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