Sábado 11 de Mayo de 2024.- La batalla cultural es la madre de todas las batallas. El lenguaje es el vehículo esencial de cambio, ya que como dicen algunos, crea realidad. Ciertamente pensamos en palabras y las palabras son conceptos, esencias, que implica definiciones claras y distintas. La esencia es lo que hace que “una cosa sea lo que es y no otra cosa”. Toda cosa está compuesta por esencias y accidentes. Los accidentes son lo que puedes quitar, sin que la cosa deje de ser lo que es. Lo esencial, no lo puedes quitar, ya que si lo haces, la cosa pierde su ser. No es esencial que una silla sea roja o de plástico, pero sí que tenga respaldo, ya que si no tiene respaldo, no es silla, es piso.
Ya en el siglo XIX, los teóricos del lenguaje no sólo constataron que se piensa diferente en distintos idiomas. El lenguaje no es solo para expresarse, sino que también para pensar. Hablamos en palabras, con conceptos. Y de cuantas palabras manejamos depende el rango de pensamiento. Si tu vocabulario es escaso, tu pensamiento, también. Es este poder del pensar, de distinguir la verdad del error, lo que hace que la ideología siempre ataque el lenguaje. Ya George Orwell en su gran obra 1984 escrita en 1948 adelanta que la ideología totalitaria siempre intentará anular el pensamiento y el vehículo para eso es, la neolengua. No solo quiere controlar la vida de las personas, sino también su pensamiento. Por eso un personaje encargado de “podar y eliminar conceptos” dice: “¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento.”
Esto, que ya atisbaba la ciencia ficción en una distopía, se ha hecho realidad. Hace tiempo comenzamos a ver la resignificación de conceptos y la anulación de otros. En nombre de incluir, se eliminó el concepto universal de “persona” y se reemplazó por diversas categorías “inclusivas”. En un afán anticientífico se decidió, desde las ciencias sociales, negar la biología y determinar que el ser humano, persona, naturalmente sexuado, no lo era. Desde el relato impusieron que el sentimiento hace la realidad y para evitar “ofender” a nadie e “incluir a todos”, comenzaron a hablar de “todes”, “tod@s” o “todxs”. La ideología permeó con gran fuerza en mentes débiles buenistas, que consideraron venial, lo que es en esencia mortal. Todes, no fue lo único. En una lectura ideológica, permeada de feminismo radical deconstructivista, que no entiende que “la patria” en Castellano es femenino, ya que del latín es la feminización de “pater”, comenzaron a hablar de “matria”. Ese juego literario que puede querer marcar un punto se extrapoló a ámbitos gubernamentales y empresariales, donde los “buenistas”, para no ofender y contra toda inteligencia lo incorporaron. Pasó a ser “lo políticamente correcto”. Vimos recién a la alcaldesa de Viña del Mar cerrar una sesión del consejo usando el término. Lo curioso es que hablan de “matria”, ya que “la patria” es patriarcal, pero quieren eliminar las palabras “madre” o “mujer” para reemplazarla por “persona menstruante”.
Todes, no es venial, es mortal. Busca manosear y resignificar los términos y conceptos y crear la idea que la “realidad no es real”. Lo existente real, madre, se anula por una cosificación de lo que se supone que es sagrado y por lo que supuestamente luchan, la mujer. Si mujer es todo, entonces, no es nada.
La batalla cultural es la madre de todas las batallas y hemos logrado ganar terreno. Hace un par de años este lenguaje absurdo, estúpido e inexistente estaba entrando en todas partes y estaba siendo impuesto. Hoy está en retroceso y quien habla de “todes” deja en evidencia que de inteligente tiene poco. Este tipo de lenguaje es hoy lo que muestra quien niega la realidad y quien pervierte no solo la mente, sino el pensamiento. La nueva inquisición en términos lingüísticos está en retroceso y eso es la evidencia más clara y distinta que la batalla cultural ha ganado terreno. Oímos hablar de “cuerpa”, “medicamentos y medicamentas”, es común oír hablar de “lideresa”, término que no existe ya que líder es en esencia neutro. Hablamos el idioma del reino de Castilla que es bello y de gran riqueza, “elles”, no existe. Si hay algunos que insisten en usarlo, bien por ellos, pero no permitamos que esto sea un atentado contra la inteligencia del resto. No se puede, ni se debe imponer. Esto es ideológico y absurdo. Syme en 1984 dice “La revolución será completa cuando la lengua sea perfecta….. ¿No se te ha ocurrido pensar, Winston, que lo más tarde hacia el año 2050, ni un solo ser humano podrá entender una conversación como ésta que ahora sostenemos?” El fin, sin duda es anular la racionalidad misma, por eso la batalla cultural es la madre de las batallas. El ser humano es un “animal racional”, “una sustancia individual de naturaleza racional”. No perdamos lo que nos define.
Escrito por : Magdalena Merbilháa, Periodista e Historiadora de la Universidad Gabriela Mistral
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