Domingo 04 de Febrero de 2024.- El pasado 19 de enero se realizó la 51° versión de la “March for life” en Estados Unidos. Si bien este año la marcha contó con miles de asistentes, no siempre ha sido de esta manera.
Este movimiento tuvo como origen la anulación del caso Roe vs Wade. Su fundadora, Nellie Gray, marchó por años para conseguir este objetivo. La concurrencia a esta marcha, al igual que la intensidad de la cultura provida, ha fluctuado en el tiempo.
Pero la baja concurrencia o las encuestas desalentadoras nunca lograron que los actores provida dejaran de movilizarse y luchar por los derechos del no nacido. Año tras año, sin importar el número de adherentes, se organizó con el mismo ímpetu y con la misma convicción necesaria para la batalla cultural que se está jugando.
Pasaron casi 49 años para que la sentencia Roe vs Wade fuera anulada por la Corte Suprema. Tan extensa fue la batalla que incluso Nellie Gray murió antes de ver este suceso. La batalla por la dignidad humana es ardua e inagotable. Puede que muchos de nosotros nunca logremos ver los frutos de nuestro esfuerzo, pero eso nunca debe desanimarnos ni un segundo, porque esto no se trata de nosotros, sino de los inocentes a los que se les arrebata su vida y a las madres que son abandonadas a su suerte.
Ahora bien, en Chile, ha habido un alza sostenida en cuanto a la aprobación general de una posible ley de aborto libre. La empresa de investigación de mercados Ipsos, lanzó un estudio que muestra una adhesión al aborto en chile del 54%. Este apoyo se divide en un 24% que apoya el aborto libre, y el otro 30% que piensa que debe ser legal en la mayoría de los casos. Por otro lado, solo un 33% en Chile piensa que el aborto debería ser ilegal en todos o la mayoría de los casos.
La situación es compleja y desafiante, pero no significa que debemos rendirnos ni “tirar la toalla”. El caso de Estados Unidos debería servirnos de ejemplo y de inspiración para que, aunque la mayoría piense distinto, nunca olvidemos que aquello es circunstancial. Se debe trabajar más esforzadamente, con la convicción de que la vida de cada ser humano –sin importar sus características individuales– es el bien más valioso de la sociedad contemporánea porque es el primer y más importante derecho humano.
Hay quienes han perdido la esperanza en nuestro país tras la promulgación de la ley 21.030, con la legalización del aborto en tres causales. Además, falsamente se ha asimilado la idea del desarrollo a la liberalización del aborto, lo cual es derechamente mentira. No es más desarrollada una sociedad que deja desprotegidos a los más vulnerables de esta, sino que la sociedad más desarrollada es la que avanza más en humanidad, en cuidado de los débiles y en protección de los vulnerados.
Se cree que el falso progresismo es dueño de la historia, pero no lo es. La misma creencia se tuvo con la esclavitud, donde se arguía de la misma manera, pasando a llevar a los más indefensos, cosa que ahora es impensable. Sin duda fue un avance civilizatorio su prohibición y de la misma manera lo será la del aborto. El curso de la historia no es inevitable. El verdadero progresismo, la búsqueda del progreso, no debiera ser en desmedro de las minorías, sino que junto a la humanidad en conjunto, sin excluir a nadie.
Con todo lo anterior, queda claro que hay que afianzar la confianza, perseguir el bien y lo verdaderamente humano, no desanimarse en caso de que el apoyo sea escaso y no confiarse cuando este sea alto. No debemos permitir que el vaivén de las encuestas mueva nuestras convicciones. La lucha no se basa en porcentajes o número de adherentes, sino que es impulsada por el valor incomparable de la vida humana, idea que, de saberse la más importante, traspasa toda barrera.
La llamada es a la acción: como actores provida no debemos desanimarnos y seguir con la batalla cultural con el mismo ímpetu siempre. Conversar con más personas, hacer y participar de seminarios, buscar instancias de difusión de estas ideas, perseverando en ello siempre, tanto a nivel individual como colectivo. Desde cada profesión, en cada grupo social o conversación se pueden convertir corazones e ir un poco más allá en el cambio cultural necesario para que la dignidad de la persona esté en el lugar que le corresponde.
La batalla por la dignidad humana es larga. Quizás no veamos los resultados directos de nuestro trabajo, pero eso nunca debe desanimarnos ni un segundo, porque esto no se trata de nosotros los promotores de una causa, sino de los inocentes a los que se les arrebata su vida y a las madres que son abandonadas a su suerte. Sin importar las circunstancias, debemos ser la voz de los sin voz.
(Escrito por Josefina Munita, Presidente Agrupación Siempre por la Vida)
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