Martes 16 de Febrero de 2021.- Chile es un crisol de culturas y de pueblos a lo largo de toda nuestra geografía. Nada de lo parecido o semejante a la delirante postura de Nicolás Palacios en su no menos delirante texto “Raza Chilena” (de principios del siglo XX), texto donde se esbozaba que los chilenos descendíamos de los antiguos vikingos. Esto soslayaba un hecho de plano y por todos conocido, que somos descendientes ya sea de otras culturas europeas que nada tienen que ver con la vikinga (o aria), sino más bien de los españoles, franceses, flamencos, italianos, alemanes (entendidos como germanos y no como arios), así como también de los pueblos originarios que comenzaron a desarrollar sus existencias incluso mucho antes que la llegada de los incas, como lo fueron los diaguitas, atacameños (o lickanantay), collas, molles, mapuches, kaweskar y tantos otros.
La mentada “Raza Chilena” ha sido nuevamente sacada a colación en medio de la tragedia humanitaria que vive el país tras el colapso que ha generado la descontrolada inmigración ilegal que se ha desencadenado sobre todo en localidades como Colchane. Y muchos también han sacado al xenófobo que tenían escondido para ir contra todo lo que se denomine “inmigración”, calificando al hermano que viene de otras latitudes a trabajar y forjar un mejor futuro para sus familias como el responsable de todos los males que vive nuestro país. Nada más desafortunado y lejano de la realidad.
Hay que recordar que la inmigración (o como ahora los puristas políticos llaman “migración”) ha sido la responsable de la mixtura cultural de nuestro país, como así también de la riqueza de nuestra sociedad. Donde hemos sido capaces de adaptar, revisionar, cambiar y revivir nuestro tejido social una y otra vez y poder ser cada vez más diversos, más diferentes, en resumen, donde más se incrementa nuestro propio acerbo colectivo. Donde pasamos de ser un “pueblo” a ser un “país”, una “república”, donde todos y cada uno ponen su mayor esfuerzo. Porque si le va mal al país, a ellos, los que vienen detrás del llamado “sueño chileno”, también eventualmente sufrirán las consecuencias de lo que nos suceda a quienes estamos antes que ellos.
Para entender un poco lo que está pasando, en el sentido del desmedido odio hacia todo lo que viene de afuera – y que no es responsabilidad de gobierno ni de oposición – hay que remitirnos hacia las campañas virulentas que muchas veces se hacen en las redes sociales, sin filtros, sin capacidad de análisis, donde se habla bastante con muchas palabras y poca sustancia. Donde los hermanos inmigrantes que actualmente están en nuestro país son señalados con el dedo y bastante maltratados incluso por medios de comunicación, donde con sus políticas de “líneas abiertas y exceso de tolerancia”, dan paso desde una mal entendida libertad de expresión, a cuestionar e insultar en medio de un racismo sin precedentes, ignorando la capacidad del Estado para gestionar una emergencia humanitaria y despreciando la calidad de seres humanos de los hijos y nietos de la inmigración.
Tampoco queremos defender lo ilegal en este comentario. Nada más lejos en el sentido amplio de la palabra. Es necesario un marco regulatorio para la inmigración, que sea normalizada, legal y ordenada. Donde nuestras autoridades efectivamente tomen el control de todos y cada uno de los pasos fronterizos entendiendo esto como una situación de extraordinaria emergencia, en donde tenemos que endurecer los controles fronterizos para no repetir otro Colchane. Donde tenemos que poner efectivos policiales y militares destacados en los pasos regulados y no regulados. No es posible que Jama sea el paso predilecto simplemente porque no hay controles. O que donde se discuta el cierre total de fronteras no se pueda hacer porque todavía contamos con “cielos abiertos” – donde por ejemplo, nuestros ilustres pasajeros ABC1 han traído el Covid19 desde latitudes lejanas a un país donde casi todos nos estamos encerrando. Es necesario que el Gobierno y en general todos aquellos que buscan un poco de protagonismo mediático con frases ampulosas se reúnan para intentar de una buena vez el solucionar el problema humanitario que se vive en la frontera. Sin estigmatizar, sin dañar a quienes ya están dañados, y por sobre todas las cosas, sin más odios y sin más racismo. Al fin y al cabo, en este Chile, todos somos extranjeros en tierra propiedad de pueblos originarios.
Escrito por : Aldo Ortiz Pardo. Fundador y Propietario de RCI Medios. Jefe de Prensa de Cadena33 Medios.
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