4 nov 2015

Sor María Crescencia. Una Santa para Atacama desde Vallenar.

Miércoles 04 de Noviembre de 2015.- Sor María Crescencia Pérez, fue una religiosa argentina perteneciente a la congregación del Noviciado de las Hermanas del Huerto.

El 17 de noviembre de 2012 fue beatificada en Pergamino, provincia de Buenos Aires, por el cardenal Angelo Amato, enviado especial del Papa Benedicto XVI.

Su historia, milagros e importante legado religioso son ampliamente conocidos en la comuna de Vallenar y en la provincia del Huasco, donde vivió y falleció.

RELIGIOSA

María Angélica Pérez nació en el seno de una familia de creencias religiosas cristianas. Sus padres Agustín Pérez y Ema Rodríguez eran inmigrantes originarios de Galicia, España, quienes se radicaron en Argentina.

El 31 de diciembre de 1915, María Crescencia ingresó en el Noviciado de las Hermanas del Huerto en Buenos Aires y tomó los hábitos en septiembre de 1918. Durante sus primeros años como Hermana, se dedicó a la enseñanza de labores y catequesis en la Escuela Taller adjunto a la Casa Provincial y en el Colegio del Huerto de Buenos Aires.

En 1925 se trasladó a Mar del Plata para atender a los enfermos, lugar donde se contagió de una enfermedad pulmonar (tuberculosis), por lo que sus superioras le ordenaron trasladarse a Vallenar dado su buen clima, llegando en 1928.

Su historia en esta comuna se recuerda con amor y devoción. María Crescencia prestó servicio en el antiguo Hospital de Vallenar, llegando a ser conocida por los pacientes y la comunidad como “la santita”.

Con el paso del tiempo, se han sumado más historias y anécdotas en torno a la vida de la religiosa en la provincia del Huasco. Se cuenta que estando enferma trabajó arduamente en diversas labores con la comunidad, convirtiéndose en una figura importante a nivel social, a pesar de su humildad y bajo perfil.

Uno de sus hábitos más recordados de la Hermana era cultivar violetas, cuestión que después la encumbraría a “niveles milagrosos”.

ENFERMEDAD

Con el tiempo la enfermedad de María Crescencia se agravó y fue trasladada por tres meses a Freirina. Tras sus últimos días, finalmente murió en el Hospital de Vallenar, un 20 de mayo de 1932, con 34 años de edad.

Su velorio se realizó en la capital de la provincia del Huasco y posteriormente, fue enterrada en el cementerio de la comuna hasta 1966, año en que su cuerpo fue derivado a Quillota, y luego en 1986 fue repatriado a Argentina, en un deseo que ella misma había manifestado.

Sin embargo, fue durante la estancia de sus restos en Quillota que se produjo uno de los hechos más sorprendentes según recuerdan sus files: al abrir su ataúd recién trasladado se reveló que su cuerpo estaba incorrupto, lo que derivó en la conmoción de la comunidad y significó un nuevo velatorio en Vallenar.

Tal como se dijo, en el año 1986 los obispos de Argentina y el obispo de Copiapó Fernando Ariztía, decidieron abrir su proceso de Beatificación y Canonización.

En Vallenar actualmente, uno de los acérrimos creyentes en Sor Maria Crescencia y quien además oficia como coordinador de su causa en el país es Claudio Soza Paredes, quien no dudó en relatar cómo la Hermana llegó a su vida.

“Un día observé la imagen de la Beata mientras buscaba en Internet datos de la comuna, entonces de inmediato me llamó la atención y quise conocer su vida. Tras ello, se comuniqué con la Congregación de las Hermanas del Huerto, quienes me entregaron mucha información, señalándome que era tiempo de dar a conocer el legado de Sor Crescencia. Así nació mi devoción por su figura”, contó.

Tras iniciar sus gestiones por dar a conocer a “la santita”, Claudio instaló una especie de gruta de la religiosa en uno de los patios del antiguo Hospital de Vallenar (hoy usado por la municipalidad), disponiendo de esta manera de un lugar simbólico para la comunidad. De allí en adelante este lugar fue sumando más devotos.

MILAGROS

Se dice que mientras Sor Crescencia permaneció en Freirina, advirtió a las Hermanas de su Congregación ubicada en Quillota, que daría una señal para el día de su muerte, ello ante la preocupación que despertaba su delicada salud. Pasó entonces que antes de enterarse de la muerte de la religiosa, la Congregación se llenó de un intenso olor a Violetas, situación que advirtió la mala noticia.

En cuanto a los milagros que propiciaron su camino a una “eventual” santidad, a Sor Crescencia se le atribuye la curación de María Sara Pane, quien en 1995 con 23 años se encontraba internada en el Hospital Italiano de Buenos Aires con un cuadro de hepatitis agravado por diabetes.

Su aparente recuperación fue aceptada por el Papa Benedicto XVI como un milagro obra de Crescencia Pérez, y pactó su beatificación el 19 de diciembre de 2011 desde su sede en el Vaticano. La recuperación de Pane se dio de manera repentina, luego de que una de las hermanas que estaba a su cuidado le regaló una estampita de Sor Crescencia y que se hicieran cadenas de oración por su delicado estado de salud.

La enferma pasó de un estado crítico a una recuperación instantánea, con estudios médicos que revelaron que su hígado comenzó a funcionar normalmente, evitando a su vez el trasplante. Esto reactivó la causa por la beatificación de la monja.

La ceremonia se llevó a cabo el 17 de noviembre de 2012 en Pergamino, provincia de Buenos Aires, lugar donde vivió gran parte de su infancia y adolescencia. El cardenal Angelo Amato, de la Congregación para las Causas de los Santos, actuó como delegado pontificio y viajó hasta Argentina donde presidió la ceremonia de beatificación.

No obstante este milagro aceptado, tanto en Vallenar como en la provincia del Huasco, existen muchas historias que adjudican a María Crescencia su intervención ante la divinidad. Es cuestión de visitar sus páginas web, redes sociales, documentales o incluso películas; Igual de fácil es conversar con sus seguidores quienes revelarán milagrosos testimonios que van desde la curación de enfermedades hasta importantes favores de vida.

(Escrito por Carlos Zepeda para página web Atacama Viva. Copiado con Autorización)



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