Lunes 06 de Octubre de 2014.- En América Latina se ha elegido tan solo a seis mujeres para liderar el destino de sus naciones. Nicaragua, Panamá, Chile, Argentina, Costa Rica y Brasil. Presidentas mujeres elegidas en las urnas, aunque otras mujeres latinoamericanas han ejercido el cargo en sus países por sucesión constitucional o por encargo del Parlamento o regímenes de facto en transición
Si bien es cierto, hace quince años que se comienza a gesta de un proceso de inserción de las mujeres a la toma de decisiones de sus países. Es partir de los 90 en que los países incorporan cambios paulatinos a sus códigos laborales en cuanto a la cuota de género.
La primera mujer latinoamericana que fue elegida presidente, en 1990, fue la nicaragüense Violeta Barrios, más conocida como Violeta Chamorro, por el apellido del que fue su esposo, el periodista Pedro Joaquín Chamarro, asesinado por la dictadura somocista.
Argentina, sin embargo, fue el primer país del mundo gobernado por una mujer: Isabel Martínez, quien era vicepresidente en 1974 cuando su esposo, el presidente Juan Domingo Perón, falleció y, de acuerdo con la Constitución, le correspondió ocupar su lugar.
Hoy 13 países latinoamericanos cuentan con legislación que determina las cuotas para la inscripción de candidatas a los parlamentos nacionales.
El camino hacia la paridad política es una decisión ya tomada, aunque aún persisten resistencias ideológicas que asignan el rol principal de la mujer al rol doméstico, el hogar.
El Observatorio de igualdad de género de América Latina y el Caribe ha definido los indicadores de igualdad en torno a tres dimensiones fundamentales para el logro de la autonomía de la mujer y su inserción igualitaria en la sociedad. La autonomía económica, la autonomía física y la autonomía en la toma de decisiones. Esta última retrata la participación política de la mujer.
En Atacama, si miramos sus comunas, apreciamos solo dos ediles de nueve; Caldera y Alto del Carmen (22%). A nivel del Consejo Regional, tres de catorce (21%); y si bien en el parlamento a nivel regional, hoy tenemos una representatividad del 50% en senadores y diputadas, este no se refleja en la totalidad del Parlamento a nivel nacional, que no alcanza el 16 %. (Seis mujeres senadoras de 38, 15%; diecisiete mujeres diputadas de 120, 14%)
Aún tenemos una brecha bastante amplia hacia la autonomía de las mujeres el cual es un factor fundamental para garantizar el ejercicio de sus derechos humanos en un contexto de plena igualdad, y el control sobre su propio cuerpo, la generación de ingresos y recursos propios y la plena participación en la toma de decisiones que afectan su vida y su colectividad para lograr una mayor igualdad de género.
La demanda por la paridad y las leyes de cuotas
La demanda de paridad en los espacios de toma de decisión fue iniciada por las mujeres europeas en la década de 1980, en respuesta a la baja representación política femenina en los parlamentos y en los altos cargos de poder de la administración pública. El concepto de paridad fue propuesto por el Consejo de las Comunidades Europeas en 1989 y en noviembre de 1992, a petición de la Comisión de las Comunidades Europeas, tuvo lugar en Atenas la primera Cumbre Europea "Mujeres en el Poder". En la reunión se congregó a ministras y ex ministras, que concluyeron que la democracia imponía la paridad en la representación y administración de las naciones. (Guzmán y Moreno, 2007).
La paridad es un elemento determinante de la democracia, cuyo fin es "alcanzar la igualdad en el ejercicio del poder, en la toma de decisiones, en los mecanismos de participación y representación social y política, y en las relaciones familiares al interior de los diversos tipos de familias, las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales, y que constituye una meta para erradicar la exclusión estructural de las mujeres.
Las cuotas son mecanismos por medio de los cuales se busca garantizar que las mujeres conformen al menos un porcentaje mínimo (entre el 20 y el 40%) en un órgano de gobierno o de toma de decisiones. Las cuotas constituyen un mecanismo para contrarrestar la subordinación y generar mejores condiciones para la igualdad real. Las cuotas se sustentan en el concepto de equidad, que viene a contrarrestar el déficit democrático que significa la ausencia de la mitad de la humanidad -las mujeres- en los lugares de decisión.
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